¿Y qué hace un Picapinos en el Parque Natural de Redes si aquí no hay apenas pinos y sí muchos castaños, hayas y robles? Pues es que se trata de un pájaro carpintero con gran adaptabilidad. Puede trabajar casi cualquier tipo de madera, incluso las más duras, como el enebro o el tejo, y no precisa de árboles muertos o de madera blanda para taladrar sus nidos. Se puede disfrutar de él todo el año.

Pájaro de unos 25 cm de longitud y 41 de envergadura (anchura con las alas abiertas), de coloración típica de los picos, blanco y negro con cloaca de color rojo brillante. Es similar al pico dorsiblanco, pero el dorso es negro y las partes inferiores no son veteadas. Tiene dos manchas blancas anchas en los hombros. Las hembras tienen capuchón y nuca negra, pero los machos tienen manchas rojas en la nuca, y la nuca de las aves inmaduras es roja.

La vocalización más común del picapinos es un tchik fuerte y sonoro, que repite a intervalos de tiempo irregulares y que parece utilizar como llamada de atención o cuando está nervioso. A menudo, emite un reclamo más vehemente, compuesto por una rápida secuencia: kjettettettett, conocida como “relincho”. Otro sonidos característicos de los pícidos son los tamborileos, que practican para marcar el territorio y para atraer la atención de las hembras. Los tamborileos de reclamo se distinguen de los alimentarios o taladradores, porque en los primeros los golpes son muy rápidos y consecutivos; no en vano, el picapinos es el pájaro carpintero que más rápidamente tamborilea.

Es una especie residente, si bien las poblaciones más norteñas pueden emprender desplazamientos de corta entidad durante la estación desfavorable. En España se calcula que existe una población de 143.000-190.000 parejas reproductoras. No se conoce con exactitud la tendencia demográfica de la especie, pero es posible que el abandono rural —con la consecuente expansión de las zonas boscosas— y las repoblaciones de coníferas han resultado ser factores beneficiosos para el pico picapinos en algunas zonas de España.

Se alimenta principalmente de insectos, sobre todo de larvas, que busca excavando con el pico en el interior de la madera o bajo las cortezas. En invierno, cuando los insectos escasean, come piñones, bellotas, avellanas y otros frutos secos. Para abrirlos, primero los introduce en el hueco de la corteza de un árbol y posteriormente taladra su cáscara. A menudo, perfora surcos en los árboles (sobre todo pinos) para hacerles una pequeña herida de la que succiona savia, rica en minerales y azúcares. En ocasiones, durante la estación reproductora, puede depredar sobre huevos y pollos de otras aves forestales, obteniendo así una dosis extra de valiosas proteínas.

La construcción del nido —un profundo túnel en la madera de algún árbol— comienza en mayo y se prolonga por un periodo de dos o tres semanas. La puesta suele realizarse a lo largo del mes de junio y consta de cuatro a siete huevos blancos, que son incubados durante 10-13 días por ambos progenitores. Estos ceban a los pollos conjuntamente durante 20-23 días con una abundante provisión de invertebrados. Transcurrido este tiempo, los pollos abandonan la cavidad donde nacieron —normalmente a principios de julio—, aunque seguirán recibiendo alimento de los padres algunos días más.

Este bellezón aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.

Imagen: S. Solano

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