Septiembre y octubre son unos meses hermosos en el Parque Natural de Redes. Muy hermosos. Los bosques se van tiñendo de naranja y rojo: primero los cerezos, luego los castaños, hayas y robles. Y son los meses de la berrea: un espectáculo para los amantes de la naturaleza, una época corta y emocionante. El celo de los ciervos hace que se les oiga desde casa y que se les vea más fácilmente cuando se sale al monte. Aunque varía cada año por la temperatura, entre el 15 de septiembre y el 10 de octubre, estos mamíferos se dejan ver más, sobre todo al amanecer y al anochecer (el frío les activa). Eso sí, ¡unos prismáticos son necesarios!
Se conoce comúnmente como berrea al periodo de celo del ciervo rojo, debido al sonido gutural que emiten los machos. Los machos se encuentran en su máximo esplendor al comenzar la temporada, e intentan adueñarse de un territorio. Las demostraciones de poder de los machos incluyen los berreos y luchas rituales, en las que utilizan su cornamenta. Los territorios preferidos son en los que las hembras deban beber o alimentarse. Los machos ganadores reúnen harenes de bastantes hembras. Normalmente después de un par de intentos, el macho monta a la hembra por breves momentos durando el coito. De no haber fecundación, la hembra vuelve a ovular al cabo de unos 18 días. La gestación dura unos 235 días, tras la cual nace un único cervatillo. Las astas, la principal arma del macho, caen en marzo, y vuelven a crecer, proceso que se repite anualmente y se identifica con un estímulo de la reproducción.
Levantarse muy muy temprano, de noche, subir al monte, ver amanecer en estos bosques y observar a estos cérvidos no se olvida. Merece la pena. Palabra.
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